jueves, 6 de noviembre de 2014

¡Ups! ¡Me he cortado!



Debido a que la piel actúa como barrera ante posibles microorganismos que puedan causarnos todo tipo de infecciones, no se deben ignorar los cortes, aunque sean leves, que accidentalmente nos podamos hacer en la vida cotidiana.

Si el corte no es tan grave como para acudir a urgencias debemos realizar una serie de cuidados básicos en nuestra propia casa: 
  1. Con las manos limpias o guantes desechables debemos detener la hemorragia sin manipular la herida demasiado, lo cual conseguiremos presionando suavemente la herida con una gasa limpia y seca durante unos minutos y en caso de que la herida sea grande podemos llegar hasta los 15 minutos apretando. Debemos ser constantes manteniendo la presión sobre la herida, ya que sino podría volver a sangrar.
  2. Lavar la herida con agua y jabón para mantenerla siempre limpia y si tiene impurezas tratar de extraer la mayor parte de ellas para evitar cualquier posible infección.
  3. Secar la zona de la herida delicadamente. Si no existe riesgo de infección dejaremos la herida al aire para favorecer su cicatrización, si no es así o existe sangrado vamos a cubrirla con una gasa fijada con un esparadrapo.
  4. Se podrán aplicar antisépticos no coloreados, de lo que el más recomendable es la povidona yodada. 
En principio las heridas caseras suelen ser fácilmente tratables, sin embargo, debemos acudir a nuestro centro de salud si presentamos los siguientes síntomas: 
  • No podemos parar la hemorragia.
  • Hay objetos incrustados.
  • Existe un alto riesgo de que la herida se infecte por haberse producido con un objeto sucio o por una mordedura de animal.
  • Si una herida anterior muestra signos de infección.
A veces las heridas pequeñas llegan a infectarse pasado un tiempo debido a que hayan entrado en ella más gérmenes de los que los glóbulos blancos pueden contraatacar.Deberemos acudir al médico siempre que encontremos cualquiera de estos síntomas en nuestra herida:
  • Enrojecimiento progresivo al rededor de la herida.
  • Supuración de pus amarillo o verdoso.
  • Vetas rojas que se extienden desde la herida.
  • Hinchazón, sensibilidad al tacto o a la presión, dolor creciente al rededor de la herida.
  • Fiebre.

Si te interesa saber más acerca de estas heridas o de otros tipos haz clic aquí.

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