domingo, 2 de noviembre de 2014

Hemorragias, qué son y cómo se actúa ante ellas.

Una hemorragia es la salida de sangre del interior de los vasos sanguíneos o del corazón. 
Ésta se produce por una rotura de la pared del vaso sanguíneo, bien porque el vaso está lesionado por una enfermedad, bien porque ha sufrido un traumatismo, o bien porque los mecanismos que deben controlar un sangrado natural no funcionan adecuadamente (hemofilia, por ejemplo). La hemorragia provoca una disminución del volumen sanguíneo circulante y la consiguiente insuficiencia de la oxigenación de los tejidos. 



La forma en que se manifiesta una hemorragia depende tanto de la cantidad de sangre extravasada como de la velocidad del sangrado. 
Cuando la hemorragia es exterior es fácil de identificar porque vemos la sangre y podemos llegar a saber la cantidad que se pierde y la velocidad del sangrado, pero en el caso de las hemorragias internas solo podemos identificarlas a través de sus manifestaciones generales. El color de la sangre o la forma del sangrado nos aportan datos sobre el origen de la sangre y el modo en que debemos actuar.

Actuación ante una hemorragia.

Las acciones que podemos adoptar ante un sangrado deben centrarse en controlar la hemorragia para reducir el volumen de sangre perdido y adoptar medidas generales antishock.


  • Actuación ante una hemorragia externa.
Los métodos de control del sangrado deben aplicarse de los más sencillos a los más complicados.

-Presión directa: es el método de elección. Consiste en presionar sobre la herida sangrante colocando una gasa y cubriendo ésta con un vendaje. Se trata de que la presión del vendaje cierre el vaso sanguíneo sangrante pero sin que se afecten los pulsos, que debemos controlar con frecuencia.
-Elevación del miembro: cuando es un miembro el que sangra y no se puede controlar la hemorragia con una presión directa, podemos elevar el miembro. Para ello, lo mejor es colocar al accidentado en decúbito supino y elevar el miembro dañado.
-Inmovilización: en ocasiones una fractura ósea no nos permite controlar el sangrado con uno de los métodos anteriores, por lo que podemos inmovilizar el miembro dejando libre la zona sangrante para controlar la hemorragia.
-Compresión arterial: los sangrados de origen arterial son peligrosos porque se pierde mucho volumen de sangre en poco tiempo. En ocasiones, tendremos que recurrir a presionar directamente la arteria por encima de la herida. Con esta maniobra no evitaremos el sangrado, pero sí podremos reducirlo mientras esperamos la llegada de la ayuda sanitaria.
-Torniquete: debe ser el último recurso porque su utilización puede tener graves complicaciones (pérdida del miembro), pues éste anula el aporte sanguíneo al miembro afectado por el sangrado y puede producir una isquemia y necrosis. 
Es muy importante aflojar el torniquete cada 15 minutos para permitir que circule la sangre al miembro, aún a costa de que vuelva a sangrar.



  • Actuación ante una hemorragia interna.
En el caso de una hemorragia interna, solo podemos adoptar medidas antishock:

-Traslado en posición antishock o Trendelenburg.


-No debemos darle bebidas de ningún tipo.
-Hay que proteger al paciente con mantas para mantener el calor.

  • Actuación ante una hemorragia exteriorizada.
En la mayor parte de las hemorragias exteriorizadas actuaremos como ante una hemorragia interna, controlando el estado de shock. No obstante, el algunos casos como epistaxis (hemorragia con origen en las fosas nasales), hemoptisis (sangre procedente del aparato respiratorio) y hematemesis (sangre procedente del aparato digestivo), podemos tomar algunas precauciones:

-Epistaxis: bastará con presionar el lado sangrante de la nariz durante unos minutos para controlar la hemorragia. El paciente debe mantenerse sentado y es contraproducente echar la cabeza hacia atrás. Si no se controla la hemorragia, podemos taponar el lado sangrante con gasa estrecha y larga.

-Hemoptisis y hematemesis: debemos controlar una posible aspiración colocando al paciente sementado o en posición de seguridad.


  • Actuación ante una hemorragia cutánea.
Ante un hematoma (hemorragia cutánea) debemos aplicar frío y realizar un vendaje compresivo. Pasadas las primeras 48 horas podemos acelerar la resolución del hematoma aplicando compresas calientes de la misma forma que aplicamos el hielo, teniendo precaución para no producir quemaduras.




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